domingo, 8 de febrero de 2015



LOS LOPHIIFORMES


LA CURIOSA REPRODUCCIÓN DE LOS LOPHIIFORMES.
Es alucinante lo que podemos encontrarnos en la naturaleza. Entre las estrategias reproductivas son muy conocidas y han sido muy bien documentadas las sorprendentes danzas de cortejo de las aves, los elaborados cantos de las ranas y los sapos, las violentas batallas de los cornudos ungulados, entre muchas otras, siempre con la intensión del macho de ganarse el favor de la hembra y garantizar su descendencia.
Estos raros y poco agraciados peces están entre los curiosos habitantes de los grandes abismos oceánicos, allí donde la luz solar no llega nunca y la vida se desarrolla al límite de sus posibilidades. Como es conocido, las criaturas de estos abismos son muy particulares y en ocasiones parecen salidas de otro planeta, este es también el caso de los Lophiiformes.
Estos peces pueden crecer hasta 2 metros de largo y 30 kg de peso, presentan un singular cuerpo cuya mayor parte lo constituye la cabeza, que es achatada y muy ancha, siendo el resto del cuerpo semejante a un apéndice. Pero sin dudas su característica física más relevante es la presencia sobre la boca de un señuelo bioluminiscente que atrae directo a sus fauces a las presas de las que se alimenta, con las que no suele ser muy selectivo, ya que en ese inframundo no hay mucho margen para escoger.
Cuando se estudiaron por primera vez algunas especies de este grupo, sobre todo los ceratioidos, resultó que todos los individuos que se encontraban eran siempre hembras, lo cual desconcertó por un tiempo a los científicos que buscaban afanosamente a los machos para completar la descripción de la especie. Lo que sí ocurría siempre es que estas hembras tenían unos pequeños parásitos adosados a su cuerpo que, con el tiempo, fueron identificados por fin como los machos de estos peces.
Rápidamente, las investigaciones se enfocaron hacia el estudio de esta asociación y descubrieron que los machos, desde que salen del huevo, presentan un olfato muy desarrollado capaz de detectar en el agua el más mínimo olor. Además, no tienen aparato digestivo, por lo que son incapaces de vivir independientemente, y emplean su olfato para rastrear a las hembras siguiendo sus rastros de feromonas, a la cual deben encontrar rápidamente antes de que sus reservas se agoten y mueran.

Una vez hallada la hembra, los Lophiiformes machos se pegan rápidamente a su cuerpo y segregan una enzima capaz de digerir la piel en esa zona, lo cual le permite fusionarse con la hembra incluso a nivel de los vasos sanguíneos. Posteriormente, y ya asegurada su supervivencia con los nutrientes de la hembra, el macho se atrofia totalmente y su cuerpo solo contiene las gónadas que almacenarán semen hasta que las hormonas presentes en la sangre de la hembra le indiquen que es hora de ser fecundada.
Esta estrategia de reproducción extrema se explica quizás por la extrema dificultad de encontrar pareja en esos sitios tan hostiles donde además son muy escasos estos peces, por lo que se garantiza que el macho esté siempre listo para fecundar cuando la biología de la hembra así lo determine.










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